Fueron apenas unos segundos pero a los muchos aficionados polopinos al ciclismo no les importó esperar para ver pasar a los corredores de la Vuelta Ciclista a España, que ayer domingo desarrollaba su octava etapa, la primera de alta montaña, por las carreteras de la Marina Baixa.
La etapa, una de las más duras del recorrido, con 203 kilómetros y subida a ocho puertos de montaña hizo que los aficionados estuvieran atentos a su desarrollo. Tras la ascensión al puerto de Castell de Castells, seis corredores se escaparon llegando a sacarle cerca de 14 minutos al pelotón. A pesar de que entre los seis corredores no había ningún español, todos fueron jaleados por los aficionados polopinos que se agolpaban en la glorieta de entrada al pueblo, por donde cruzaba la carrera antes de dirigirse al alto de Guadalest. Incluso, vecinos de otras nacionalidades acudían con sus banderas para apoyar a sus representantes en la serpiente multicolor.
Tras el paso de los fugados llegó, 11 minutos después, el pelotón que apretaba el paso para neutralizar la escapada. Fueron apenas unos segundos de cruce por el centro de Polop, pero en ellos se dejó sentir la emoción de las bocinas de los coches y de las caras de esfuerzo de los corredores. Unas imágenes impagables que pocos pueblos de España tienen el privilegio de ver, en directo, cada año.
Como siempre, la Guardia Civil y la Policía Local en perfecta coordinación, trabajaron para que no fallase un solo detalle en la seguridad de la carrera y de las más de trescientas personas que acompañan a los ciclistas.
Tres horas después, el corredor italiano del Lampre, Damiano Cunego, se impone en el Alto de Aitana, en una carrera que llega rota y que permite al australiano Cadel Evans ser el nuevo líder de la carrera.
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